PREFACIO
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que publiqué. Al principio empecé muy fuerte cada semana y después fui separando las entregas, hasta hacerlas cada dos semanas.
A partir de ahora voy a distanciarlas más unas de otras. No quiero saturaros. Sois muchos los que me habéis comentado que no teníais tiempo para leerme.
Además, ya conté todo lo que tenía acumulado en mi cabeza y, a partir de ahora, necesitaré más tiempo para escribir algo interesante y entretenido.
Durante las vacaciones descansé dos semanas física y mentalmente. No estaba para nada.
Luego vino la inevitable «depresión posvacacional» y, tras unos días de recuperación, estoy preparado para seguir dando la murga.
Poco a poco he ido metiendo ideas en la olla mientras se calentaba. Cuando ya estaba al rojo y con presión, he empezado a cocinar. Espero que os guste.
“Como siempre seguiré buscando la luz“
Miguel Ríos

Esta es buena, pero no es la luz que busco.
NOSTALGIA NECESARIA
No voy a hablar de aquello que es frecuente o efímero, que es normal en el curso de la vida, y que provoca una melancolía pasajera.
Me refiero a acontecimientos pasados para los que hemos aprendido varios mecanismos de defensa:
aquellos primeros amoríos (ya sabéis lo de «sólo un clavo puede sacar a otro clavo»);
un amigo o pariente que desaparece antes de lo deseado;
alguna visita o viaje;
u otros…
Lo habitual en estos casos es recordar lo bueno y desechar lo demás. Siempre ganamos un aprendizaje que nos permite no volver a caer en los mismos errores o, por lo menos, menguarlos para que nos perjudique lo menos posible.
Es ley de vida. Eso es necesario para la madurez de las personas. Estoy seguro que sabéis de lo que hablo.
“No soy una escritora profética. Soy una intérprete de la historia. La memoria no se inventó para recordar lo que nos pasó, sino para anticipar lo que viene.”
Margaret Atwood

¡Casi, casi! Llegué tarde.
NOSTALGIA DE LO IMPOSIBLE
El problema viene cuando hay algo constante, que no cesa, que sigue su curso y que, insidiosamente, puede ser una fuente de añoranza, y de hecho lo es.
Me refiero a dos situaciones que son como bolas de nieve que avanzan y crecen sin freno.
Nunca te van a pasar por encima sin pena ni gloria, siempre te arrastran.
El final nunca es feliz, pero hay que hacer todo lo posible para que el avance de la bola se ponga de tu lado. Que no te lleve por delante, y si te da impulso, mejor que mejor.
En ello estamos.
«Soy una persona con la dudas muy claras»
¿Yo?

¡Uy! Casi, casi.
1. LA EDAD
Es algo que no termino de llevar bien y, aunque es común a todos, para mí es una fuente constante de nostalgia. Cualquier tiempo pasado fue mejor. Me resisto a envejecer.
Es más, a veces parece que sufro del síndrome de Peter Pan. Bueno, en realidad no, porque sé perfectamente la edad que tengo y las obligaciones que ésta conlleva.
Sin embargo, hay personas para las que el paso de los años no es un problema, más bien al contrario, como el buen vino, van mejorando con el tiempo y no supone para ellas ningún inconveniente.
Deberíamos todos llevar esa capacidad DE SERIE.
Bueno… no sé que es peor. Aunque seguramente estaría más tranquilo.
«El problema es que buscamos a alguien con quien envejecer… Y realmente hay que encontrar a alguien con quien seguir siendo niños.»
Charles Bukowski

¡Eso es lo que yo quería!
2. LA ATAXIA
Tuve la fortuna de tener una infancia y juventud normales (Torpín de los Bosques I). Disfrutaba jugando al fútbol, al baloncesto u otros deportes, era habilidoso con la bicicleta, me movía en moto, escribía a toda velocidad y se entendía bien (seis años de Facultad dan para mucho)…
Tengo un vínculo especial con el mar. Siempre recordaré aquellos baños. Corría hacia el mar; saltaba dando volteretas, de cabeza, con las olas o me dejaba arrastrar por ellas; nadaba con los amigos hasta las pequeñas lanchas que había cerca de la orilla; etc.
La felicidad huele a mar,
a noches de verano,
a pies en la arena,
a piel llenita de sal,
la felicidad huele a la vida despacio,
a sobremesas lentas
y a corazones llenos»
@currossuarez
Ahora me doy con un canto en los dientes si me puedo meter, sumergir y salir, siempre que el mar no esté revoltoso.

Como ya conté, fui poco a poco perdiendo habilidades y llegó un momento en que me di de bruces con el diagnóstico de ataxia. A partir de ahí, pasé por una época bastante mala hasta que conseguí levantarme.

Me gustó tanto esa luz que subí en su busca
¿COMO NO VOY A TENER NOSTALGIA DE TODO AQUELLO QUE ERA CAPAZ DE HACER Y QUE AHORA NO PUEDO?
Cuando me despisto y pienso en otra cosa tiendo a caerme, a “acariciar” las esquinas, a cortarme, a pincharme, a pasarlas canutas para escribir a mano, a darme ataques de tos al tomar algo y un largo etc.
Sin embargo, a partir el diagnóstico, soy consciente del origen de gran parte de mis problemas y, poco a poco, voy midiendo mis limitaciones y, por tanto, mis posibilidades. No hay mal que por bien no venga.
Sabiendo lo que tengo y con la ayuda de muchos profesionales, me he liberado, como cuento en: TIC-TAC…TIC-TAC…Riiiiiing, ¡A trabajar!, FISIOTERAPIA Y MÁS y Habla normal que no soy sordo (ni tonto).
A consecuencia de todo ello, me conozco mucho mejor, sé a ciencia cierta de lo que soy capaz y de lo que no; y, aunque parezca una paradoja, desaparece el miedo (Torpín de los Bosques II).
Voy ganando confianza, que es lo que me ayuda a avanzar, a seguir con mi plan de entrenamientos y con mi vida lo más integrada posible familiar, social y laboralmente.
También me ha venido muy bien salir de la burbuja. Desde el momento en que hice público la enfermedad y hablo de ella sin esconder nada, soy mucho más libre. Y si puedo, me río de mis limitaciones. He perdido gran parte de la vergüenza.
Es, sin duda, una forma de liberación y de ganar confianza.
Si no hubiera pasado por todo esto no me conocería tan bien y seguiría siendo más miedoso, menos atrevido y con mucha probabilidad haría menos ejercicio
…y no escribiría.
“La victoria pertenece a los más tenaces”
Roland Garros

¡Lo conseguí! ¡Qué paz!
«Ve más allá
toma la copa
y brinda por vivir
no es poca cosa»
Francisco Cumpián
P. D.: Cuando ya tenía el rollo escrito, una amiga colgó la siguiente cita que me viene como anillo al dedo:
«Nunca hubiera podido imaginar que una ausencia ocupara tanto espacio, mucho más que cualquier presencia»
Ana María Matute
Muchas gracias Sofía.
No puedo estar más de acuerdo. Lo pasado (real o imaginado) y el deseo ocupa mi mente mucho más que el presente.
Seguramente la clave de la felicidad esté ahí:
¡APRENDER A DISFRUTAR DEL PRESENTE!
Replica a Manuela Cancelar la respuesta