
CHISPA
La primera tarea que nos encargó Graciela parecía divertida.
Enseguida pensé en algo que hago todas las mañanas y que necesito para empezar el día con buen pie: EL CAFÉ.
Te aseguro que se me ocurrió antes de que la profesora lo citara como ejemplo.
Es lo primero que hago todos los días. Me encanta hacerlo y, sobre todo, disfruto tomándolo.
Además es una necesidad.
Definitivamente estoy enganchado y lo reconozco, soy un cafeinómano. Soy de esos que dicen: «no soy persona mientras no me tome un café».
Me gusta disfrutar de una buena taza pero, en caso de necesidad, cualquier mejunje con cafeína me vale.

No me atrevería llamar pirómana a Graciela, pero sí podría decir que ella encendió la chispa que provocó en mí la propagación de un fuego en forma de torrente de ideas.
Ya estaba declarado el incendio. Desde entonces no he podido ni querido sofocarlo. Siempre le estaré agradecido.
No podía dejar de pensar en ideas más o menos ocurrentes. De hecho, como si fuera un alienígena dentro de mí, se apoderó de mi sueño y he tenido que levantarme para ponerme a escribir.
Por supuesto después de hacer y tomar la preciada infusión.
INSTRUCCIONES PARA PREPARAR CAFÉ
Sería una redundancia añadir el adjetivo «buen», pues no debería existir nadie que lo prepare con la intención de que no esté bueno. Es de las cosas que se presuponen la intención de hacerlas bien. Podemos ahorrarnos esa palabra.
No hay sensación más placentera cuando uno se despierta que oler a café recién hecho.
Como suelo ser el primero en levantarme, voy corriendo a la cocina y me pongo a prepararlo.

Hay muchas otras formas, suelo hacerlo con la cafetera exprés, con la italiana o con la de cápsulas. Las tres me permiten hacer un café exquisito.
Éstas son las instrucciones por orden de preferencia:
EL MEJOR REGALO
La que uso todos los días es la cafetera exprés. Fue uno de los mejores regalos de boda.
La uso al menos dos veces al día. Tal es la tralla que le daba que se terminó cansando. Me gusta tanto que busqué otra igual para sustituirla.

El procedimiento es el siguiente:
El primer paso consiste en poner café en la cazoleta o filtro que está en el portafiltros.
Lo deseable sería que dicho artilugio estuviera limpio, pero a veces hay que quitarle los posos del anterior. Para mí, esta es la parte más tediosa, puesto que habría que desenganchar el susodicho de la cafetera, sacar el receptáculo y limpiar éste de la zurrapa del previo.
Una vez vacío, se rellena con café molido y se debe poner a gusto del que lo vaya a tomar, esto es: natural, torrefacto o descafeinado. El natural es como mejor transmite el aroma y sabor. El torrefacto se inventó tostando con azúcar los granos con objeto de hacerlo más negro y más fuerte. El descafeinado no lo considero un café auténtico. Se usa como sucedáneo en caso de que no puedas tomar uno de verdad con cafeína (generalmente limitado por los médicos que son unos liantes).
Como decíamos, se vierte la cantidad oportuna en el cacillo: dos cucharaditas si es sólo para mí o tres si es para dos.
Se coloca el portafiltros en la cafetera cargado con la preciada molienda.
Para ello, hay que coger el mango con la mano hábil, girarlo y así engancharlo para que, con el aumento de presión necesario para hacer una buena infusión, quede bien sujeto y no tenga escapes, lo cual seria una tragedia. Imagínate perder parte del preciado líquido y encima ¡tener que limpiar!
Al fin tenemos la máquina preparada, la encendemos y empieza a calentar el agua.
Esta espera puede hacerse eterna. Es conveniente hacer otra actividad mientras se enciende el pilotito como, por ejemplo, ir calentando la leche o poniendo el pan a tostar; algo que no requiera mucho tiempo ni atención, ya que, en cuanto nos avise la máquina, hay que ponerla a funcionar, ya que en ese momento estás ansioso y quieres tomar el excitante lo antes posible.
Nada más se enciende el testigo, se pulsa el botón para que la máquina cafetera, haciendo pasar el agua a alta presión y temperatura por el polvo negro, haga la deseada poción, teniendo cuidado de pararlo a tiempo según la cantidad deseada. Momento en que no te puedes despistar ya que como te pases, preparas un café aguado y tienes que repetir todo el procedimiento.
A la mayoría de las personas les daría igual, pero soy un poco cuadriculado y las cosas que hago me gusta hacerlas bien, de forma que si no salen como quiero, las repito. El café no permite experimentos.
ITALIANA
Suelo usar la cafetera moka o italiana cuando preparo para tres o más personas.
Es la de toda la vida, con la que yo aprendí.
Tan sólo recordar el sonido de montar la cafetera al fondo, en la cocina, oír como sube y oler el aroma ya provoca en mí un viaje en el tiempo. Esto daría para otro relato. Si me dejo llevar por la añoranza, no terminamos nunca.

El procedimiento es muy similar al anterior y es el siguiente:
Lo primero es poner la cantidad de agua que se quiere hacer.
Repetir los primeros pasos de la instrucción anterior, pero con la diferencia de que el filtro o cazoleta para el café tiene por debajo un tubo para que suba el vapor de agua.
Hay que tener en cuenta las diferencias de esta máquina. Ésta consiste en un recipiente en forma de vaso donde va el agua y el filtro adosado en su parte superior (con la molienda).
En lugar de enganchar el portafiltro, hay que enroscar el depósito del agua con el cáliz donde se acumula el preciado líquido.
Igualmente, hay que tener cuidado de acoplarlo con seguridad y decisión para evitar accidentes indeseados.
Por último, a diferencia de la exprés, no es automática y hay que ponerla al fuego.
Me refiero a una fuente de calor que puede ser cualquiera dependiendo del lugar y circunstancia: bien en una cocina de inducción (que requiere que la base sea de hierro o acero); o en una cocina de gas como en los viejos tiempos; o en una fogata, como cuando íbamos de acampada. De hecho, la cafetera italiana es la que nos llevamos cuando salimos de viaje o excursión. Es de menor tamaño que las otras y no requiere electricidad.
Una vez caliente, el agua se evapora, pasa por el tubo antes mencionado y sube a través de la molienda, se deposita en la parte superior y emite un ruido característico.
Cuando termina de subir, avisa con otro sonido burbujeante que, sumado a la emanación de un aroma indescriptible, anuncia la finalización del proceso. Se trata de un olor que embriaga con el que viajas a otros tiempos y te provoca unas ganas irresistibles de tomarlo. Altera la voluntad, como buena droga que es.
Es fundamental removerlo para que sea una infusión homogénea porque, si no se hace, sale aguado para los primeros y demasiado cargado para los últimos.
CÁPSULAS
Era muy reticente cuando nos regalaron una cafetera de cápsulas GustoDulce. Al probarla comprobé que la calidad no era tan mala y que era mucho más cómodo y rápido. Además, se venden todo tipo de preparados de cafés, infusiones y chocolates.

Al poco descubrí las cápsulas reutilizables, lo cual fue todo un hallazgo que me permite poner el café que más me gusta y además sale mucho más barato. No me importa el esfuerzo adicional de tener que limpiar y cargarlas, puesto que las prefiero a las otras que venden.
El procedimiento es el siguiente:
La cápsula se introduce en el cubículo que tiene la máquina para ello.
Seleccionar la cantidad de agua deseada. Hay que vigilar que el depósito de la máquina tenga bastante.
Se enciende y se le da al botoncito para que haga el café. No hace falta estar atento puesto que automáticamente se pone en marcha cuando el agua está lista y se para según la cantidad que hayas elegido.
CONCLUSIÓN
Un sistema de arriba abajo y otro de abajo arriba.
Las cápsulas para vagos.
¡Y PA’DENTRO!
Como se sirve el café lo explicaré en otra ocasión, puesto que hay variables como la cantidad, temperatura, edulcorantes, leches, dulces acompañantes…
En fin, estas son las instrucciones que sigo para hacer café.
Ya me puedo ir tranquilo a la calle a tomar uno (descafeinado claro, puesto que el de ponerme las pilas ya me lo tomé esta mañana).

Este relato es de ficción y está basado en reflexiones y acontecimientos reales. Es una revisión de un relato que hice para un curso de escritura creativa.

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